Ayuntamiento Vega de Pas

Historia de La Vega de Pas

Cabañas Vega de Pas

En el año 1011, el Conde Don Sancho de Castilla, hijo del fundador del Infantado de Covarruvias y nieto de Fernán González, hace la donación al Monasterio de San Salvador de Oña (Burgos) de gran parte del territorio de Cantabria. En la donación no se menciona que hubiese habitantes en los “Montes de Pas”, tan sólo que los vasallos del Condado están autorizados a ocupar esas montañas en calidad de pastores, y los monjes así lo dispusieron durante siglos.

Es en 1396 cuando los derechos de una de las zonas de la comarca pasiega pasan a la Villa de Espinosa de los Monteros. Se trataba de un territorio calificado como “montañas bravas y despiertas”, tierras inhóspitas de bosques ocupados por osos y jabalíes que sirvieron de cazaderos reales y que hubieron de ser pobladas por fueros de repoblación desde arriba de las montañas bajando hacia el valle.

Nuestra Señora de la Vega

No será hasta el siglo XVI cuando se levantan las primeras iglesias y ermitas en torno a las cuales fueron asentando las primeras comunidades.

Las iglesias correspondientes a cada una de las tres villas pasiegas: Nuestra Señora de la Vega, San Roque de Riomiera y San pedro del Romeral, aparecen citadas en 1632, y es en 1689 cuando alcanzan su independencia y obtienen el estatuto de Villas de Realengo con sus propios Ayuntamientos.

Son numerosas las conjeturas que se han hecho sobre el origen étnico de estos primeros pobladores, aunque a la vista de todos los datos desde los toponomásticos (hidrónimos como Miera y Trueba), hasta antroponímicos (nombre como Abascal, Lavín, Cobo,…) se apunta a un origen celta., posteriormente fusionado con íberos. 

Todos estos pueblos se distinguían por un valor indomable al servicio de su independencia y así lo llevaron a cabo durante siglos, disfrutando incluso de una posición en la baja nobleza como “hijosdalgo” y “hombres buenos”. 

Si algo ha diferenciado a los pasiegos ha sido su forzado aislamiento, la conservación de sus costumbres ancestrales y el carácter enigmático que siempre llevan consigo.

La Vaca Pasiega

Entre las industrias tradicionales de los Pasiegos, la producción de mantequilla y queso jugó un papel fundamental durante los siglos XVI al XX, época en la cual fueron los más acreditados mantequeros de la región. La raza de vacas “pasiega”, de baja producción lechera pero muy rica en grasas, proporcionó lo justo para que su comercio rompiera sus propias fronteras y, a su vez, con los modelos agrarios de la época medieval. Dando paso a un mercado centrado en el ganado bovino de leche y en una especialización de su propia raza, caracterizada por una pequeña alzada, hocico cuadrado, cuernos romos y cortos, de color rojizo y avellana.

No será hasta 1870 cuando se incorpora la raza holandesa, de mayor producción de leche, que obligó a crear un mayor número de pastos y, en consecuencia, incrementó el número de “mudas”. Las “mudas” eran desplazamientos entre distintos pastos y cabañas, con todos los enseres y ganado necesarios para vivir temporalmente entre las distintas zonas de los montes de Pas. Hoy en día las “mudas” son todavía frecuentes y obligadas entre los pasiegos.

La Cabaña Pasiega

Son edificaciones de piedra, mampuesto, y tejado de lastras, dispuestas en parcelas individuales de tierra cercadas por muros de piedra y asociadas a una explotación ganadera semitrashumante que conllevaba una serie de traslados o «mudás», acometidos cuando era preciso buscar mejores pastos, que se difundió entre los siglos XVI y XVIII por las cabeceras de los ríos Pas y Miera, llegando a extenderse por el valle del Pisueña, Luena y parte de Soba.

Estas edificaciones proporcionaban no sólo cobijo a las reses, sino también vivienda a los pastores. Entre las más antiguas cabe reseñar una localizada en Estallo, que data de 1518. El Museo Etnográfico de las Tres Villas Pasiegas: Edificio, reformado siguiendo el modelo de una casa-cabaña pasiega, fue concebido como foco dinamizador de la cultura rural, costumbres y modo de vida de los pasiegos. Se ubica en la ermita de San Antonio, del siglo XVIII.

Cabaña Vega de Pas